Lugares comunes.

No sé muy bien lo que he venido a hacer aquí. Digamos que desentumecer los dedos y aliviar la mente musical resacosa y sónica después de días intensos (y los que se avecinan).
Verano, música, bienestar, compañía, sol, buen tiempo... todo esto tiene que ver y es directamente proporcional (o desproporcional) a FESTIVALES de música. De todos los tipos, de todos los colores, en todos los formatos, para todos los públicos... España entera disfruta de un verano lleno de eventos a pesar del veintiuno por ciento, de la bien-llamada crisis y a pesar de todo en general... la gente demanda pasarlo bien, y en este menester, los festivales casi nunca fallan. 
Yo tengo mi experiencia personal en ellos, por supuesto, y no soy quien para sentar cátedra y tener la verdad absoluta sobre este tema (o cualquiera) en cuestión, pero veo que hay aspectos evidentes y lugares comunes (common places que en inglés sí tiene sentido) que pueden ser interesantes de reflexionar, pensar o simplemente escribir.
La organización es una clave poderosa. Tanto el que atiende al festival como el que ofrece el festival, deben tener en cuenta que no es sencillo, que es algo delicado y que puede suponer el acierto mayor o el peor de los fracasos. Ambos lados, público y organizadores, siempre cuentan con la ventaja de la predisposición de todos por pasárselo bien y digamos que la tendencia a pasar "cositas" en pos de la juerga musical, está perfectamente admitida. 
La mentalidad es quizás el arma definitiva. Cuando vas a un festival deberías tener claro tu objetivo (vamos, como en la vida misma) y esforzarte por conseguirlo. Absolutamente todas las personas involucradas en el evento quieren sacar lo máximo, por supuesto, pero también hay que tener buen pulso y no pasarse. Todos sabemos que los excesos pasan factura, que no se pueden ver todos los grupos, que las horas de sueño son cortas, que mucha gente no va a ver música y que no todo el cartel te hace gracia o está bien planteado en horarios ni escenarios.
La música, desde luego. Tocar en un festival debe ser lo más excitante del mundo y hacerlo en las mejores condiciones, también. El que crea y el que disfruta, merecen lo mejor, en eso estamos todos de acuerdo. Muchos grupos, muchos cambios, escenarios en lugares no habituales, mucha gente trabajando... factores directos en la sensación que aquel que siente la música se va a llevar en el recuerdo. No olvidemos, que la excusa de pasarlo bien camina mano a mano con la calidad necesaria para transmitir y recibir los decibelios emocionales.
Y para cerrar, la compañía. Un festival es un buen lugar para compartir tu pasión musical con personas de gustos parecidos. En un ambiente proclive al compadreo, las relaciones sociales y las risas inundan la práctica totalidad de las horas festivaleras (quizás menos las últimas en el día final). El conocer gente es muy divertido pero es mucho más genial si lo consigues con la o las personas con las que planeas y llevas a cabo el viaje desde el inicio hasta la vuelta. En este apartado, tengo suerte. En mis últimas "actuaciones" no he podido tener mejor compañía. La única y verdadera verdad absoluta es que si los recuerdos que me traigo de esos festivales permanecerán en mi memoria de bonitos para siempre, es culpa suya.

Ahora sigue en tu festival, disfruta y aprovecha cada uno de los segundos musicales y emocionales. Comparte experiencias, risas, situaciones y momentos que son únicos, irrepetibles y sensacionales. 
Yo también lo haré, a mi modo, a mi manera, con mi visión y no la de otros. Sacaré lo mejor y borraré lo peor, contaré y criticaré... y de todo aprenderé que TODAS LAS CANCIONES QUE ME GUSTAN siempre están a mi lado.

Toe.


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