La música no es una opción.

Siempre hemos subestimado el poder de la elección. Tomar decisiones es parte de la vida, elegir caminos y aventurarse para averiguar a donde te llevan...es el abc de nuestro recorrido vital.

El camino hacia adelante me puso en los cruces más raros, muchas veces iluminados con grandes letras de neón, llenas de dolares musicales, que parecían colapsar todos los demás recorridos, los pequeños, los que respiran en las sombras, los que necesitan ser vistos con atención, los que necesitan ser alumbrados.
Nunca me dejé impresionar por la luz artificial, siempre preferí viajar a las sombras y descubrir los amaneceres que abrazan detrás de la oscuridad de la noche. Resulta que hay más caminos, que hay lugares creados de la nada, desde cero con todo el esfuerzo del mundo, con los genes del talento latentes y potencialmente letales y emocionales. Estos caminos son apenas transitados, siempre es más seguro que te indiquen el paso, que acompañes al resto de la manada y que no te cuestiones que hay más elecciones.
Error.
Ellos no entienden que la música no es una opción. No es un zapato pequeño que meter con calzador y grandes carteles brillantes. La música es natural, es auténtica, crece desde la raíz. Poderosa e imparable sube hacia las nubes si la riegas con el impulso de atreverte a mirar con ojos curiosos, con oídos atentos y con la mente despierta. 
Yo me lancé hace años. Mis ojos curiosos necesitaban tapar esas luces cegadoras con gafas de sol, gafas con lentes especiales, lentes que me permitiesen el vuelo, que me hicieran gritar. Mi elección es una aventura y por ese camino a illuminar me he encontrado con las respuestas adecuadas. He encontrado personas que construyen canciones, melodías, sentimientos y emociones porque no tienen otra opción. Su talento no les permite la frivolidad de elegir. Sienten lo que hacen y necesitan transmitirlo, darle vida y dejarlo volar por todos los canales posibles. 
Descubrir esos talentos hechos personas es la respuesta adecuada, la causa de que mi corazón tenga paz o guerra, que me salten los poros de alegría o de que mis cicatrices autoconversen con los puntos que las cierran para siempre. 

Y ahora es demasiado tarde, ni siquiera lo intento. Tomo mis lecciones, vuelo y me hago el favor de transitar estos caminos, de ser un pasajero con las antenas poderosas, tan poderosas que captan los micrófonos como medicamentos. Soy capaz de ver que lo que me hace grande es la música que ellos me crean. Rezo su oración, la que yo prefiero; siento que puedo ser gigante, que sé de lo que hablan cuando nos alineamos y nos alegramos de arder bajo el mismo incendio. Además, en ese camino hay recompensa, recompensa para aquellos que nos quedamos: pasteles en forma de todo lo mejor que podemos sacar de nuestras almas.
Y ahora nos queda la paciencia. Muchos caminantes pasarán por aquí, no sabemos cuando, pero lo harán. Nos queda cuidar el camino, limpiarlo de malas hierbas y mantenerlo en movimiento. Nos queda prestar atención y seguir iluminando estas zonas con la atención de los que eligen atender. Nos queda agradecer que estos talentos no tengan la opción de fingir, que su naturaleza no pueda evitar brillar de forma natural.
Talento, camina conmigo. 
¿Y tú?... Aventúrate, arma tu sensibilidad con una linterna curiosa y empieza a regar las raíces verdaderas, las que nos son de plástico, las que sangran, las que sí respiran y crecen... con interés.

La música no es una opción pero yo SÍ elijo su música. GRACIAS TALENTOS. 
Toe.
(pd: inspirado y en respuesta al gran pensamiento hecho letras aquí http://labutacamusic.com/ya-de-ninos-amaban-la-musica/ )

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