La sinergia del momento y el lugar

OSO LEONE

Descubrir música tiene que ver mucho con el momento y el lugar. También entran en juego las recomendaciones, personales o impersonales, leídas o escuchadas... palabras simplemente que te llegan de alguien hablando de ese grupo que deberías escuchar.

La semana pasada estuve de vacaciones en Mallorca, el perfecto y bello sitio para perderse, recargar pilas y disfrutar de sensaciones únicas. Entre playa y playa, noches calurosas y cenas en terrazas, surgió ese plan de ir a ver a Oso Leone. Este grupo mallorquín del que yo había leído algo, del que alguien cercano me había hablado y del que había escuchado muy poco.
Como te decía antes, es cuestión de momento y lugar. El concierto iba a ocurrir en una antigua casona mallorquina anclada y rodeada de naves de polígono industrial que actúa como espacio / refugio cultural.
Y allí estaba yo después de una rica cena, en medio de un patio en casi completa oscuridad, mirando la hora y desconcertado por no saber la hora ni el grupo (de los dos de la noche) que iba a tocar.
Desde luego, fue mejor así. En esa oscuridad, sobre el suelo empedrado, viví algo así como una experiencia mística. Una hora y pocos minutos de trance, boca abierta por completo, ojos incrédulos, oídos en completa erección emocional y ¡qué demonios!.. mi alma entera pendiente y sintiente de esos chicos que con frontales de luz se dedicaron a envolver el perfecto lugar, con el momento singular y la música más sinérgica que había escuchado en mucho tiempo. Tal fue el impacto que practicamente estuve todo el concierto pensando que no eran Oso Leone, sino el otro grupo de la noche (que resulta habían tocado 1 hora antes). 
Y allí estaba yo con mi boca desencajada de asombro, mi cara de tonto por la confusión y consiguiendo al final del concierto enlazar todas las piezas de ese rompecabezas.

Si alguien puede hablar de la magia de la música confieso que en esa noche se cumplieron todas las máximas de emoción, asombro, descubriemento y embelesamiento ante algo nuevo, rico, singularmente único y raro en el sentido más bello de la palabra. Un golpe de alma, electricidad y atmósfera ingrávida.
Todo esto ocurrió el jueves, en algún lugar de Mallorca. Desde entonces, por supuesto, he escuchado mucho a Oso Leone pero sobre todo he vuelto a pensar, sentir, creer... que la música sigue siendo música, que las fronteras y los límites no deben existir cuando realmente sientes, que tus ojos y tus oídos siempre deben acercarse a las melodías, sean cuales sean, con la misma inocencia que el primer día, sin cortapisas que estropeen esa pureza del descubrimiento que abraza algo que te impacta y quizás te sana.
Podría seguir escribiendo o relatando con detalles briosos todo el maravilloso concierto pero me he desviado en el camino y la sinergía del recuerdo puro que tuve en ese patio de Sa Possesió se ha quedado conmigo y ha reiniciado la chispa de luz que lleva conmigo innumerables años. Esa chispa de luz que siempre queda y siempre me prende de músicas nuevas que me hagan sentir y querer ser feliz. 


Toe

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