Marlango, juego bello de luces.

 Alcobendas, 15 de Febrero del 2013.


Marlango es la música que escucha Mia Wallace después de una noche de locura y adrenalina con Vincent Vega, antes de volver a empolvarse la nariz.
Soy un degustador devoto de Marlango desde sus inicios. Allá por el 2003 ya disfruté de sus primeras demos en Radio 3. Desde ese momento quedé completamente cautivado por este proyecto tan incomparable en el panorama de la música española. Marlango bebe del susurro cariñoso y juguetón, de la voz de Leonor, tremendamente cautivadora, de las teclas de Alejandro que saben donde tocar y de esa trompeta que aúlla en las manos de Óscar. El pasado viernes fue mi primera vez de Marlango. Sí, a veces las oportunidades y el tiempo juegan a su propio ritmo y tras años de incompatibilidades por equis razones, este 15 de febrero pasará a mi historia como mi primer Marlango directo. No pudimos elegir mejor sitio y mejor momento. El teatro municipal de Alcobendas es bonito y acogió perfectamente, en sus butacas comodísimas, a un público variado para disfrutar del grupo en ese escenario tan sobrio en apariencia, pero que se llenó de luz a partes iguales con la música de Marlango y con un juego de luces demasiado acertado.
Casi puntuales y con horario europeo, la banda saltaba a escena dejando el rastro marcado para que una Leonor elegante saliese a dar la luz. Y allí, a escasas 5 filas, disfrutamos Alfrez y yo de un concierto que fue bello desde su inicio hasta el final. Con un sonido inmejorable y un silencio casi sepulcral, Marlango destapó todos sus colores favoritos encima del escenario para pintarnos cuadros emocionales llenos de bajadas y subidas, de montañas rusas que destilan risas y medias lágrimas, de canciones que se disparan en inglés pero que enganchan, abrazan y fluyen también en castellano, de un set de más de hora y media que nos dejó completamente emocionados. Con pasitos por toda su discografía, Leonor cambiaba de careta y sonreía para cantar los temas más simbólicos de su vena inglesa, intercalados con un buen ramillete de temas de Un día extraordinario, aderezados por los comentarios muy águdos de un Alejandro Pelayo que se le veía disfrutar como un niño pequeño del teatro. Silbamos con Pequeño vals, le dimos la Razón a Leonor, abrazamos su Locura y soplamos fuerte para que lo que sueñas vuele mientras bailamos y bailamos esta vida hasta el final. Ella nos dio la Respuesta y nos pidió que sacudiéramos la Luna porque esa era la única manera de abrazarnos bien fuerte. De una forma Exquisita nos mandó un beso entregado al aire para que crezca como una semilla negra en nuestros oídos y por último nos pidió susurrando desde cerca un suave Vete, lejos de aquí.
Bello, delicado...suave pero con sabor a sangre roja, sangre que late y fluye para dar nuevas fuerzas, así fue el concierto de Marlango. Poco antes de las diez de la noche, Alfrez y yo abandonamos el cuco Teatro auditorio con una sonrisa tan amplia como nuestro asombro. Asombro al comprobar que Leonor posee un aura especial. Asombro al comprobar que Marlango cautiva de una forma arrebatadoramente directa. Asombro al pensar que habíamos disfrutado de un concierto genial.
He de reconocer que Marlango siempre me ha encantado, que Leonor siempre me ha conectado a un montón de emociones y que hay letras en sus canciones que me han acompañado en muchos momentos de mi vida. Ahora que les he visto en directo, no puedo evitar decirme a mí mismo un gracias, gracias por poner interés en esta música que no es como las otras, música que cobija y da calor al alma.
GRACIAS MARLANGO, bailemos el pequeño vals. 
Toe.

a Alfrez por todo en todo y por estas dos entradas.

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