Pasajero hacen ROCK.

Sala El Sol
20.2.13
Pasajero lleva un tiempo con un asiento fijo en mi discoteca emocional. Mi encuentro fortuito con su música allá por el verano pasado les aseguró mi atención incondicional desde entonces. Bien, anoche los vi por tercera vez en directo y puedo decir sin ninguna duda que la palabra Rock se les queda corta. 
Un precio demasiado atractivo y el cebo bien echado en una noche de reyes de Costello que Pasajero convirtieron en supersónica, nos llevó a la sala Sol con el estómago preparado y ansioso por volver a volar con estos pasajeros. Con una sala llena de rostros impacientes y con billetes de clase turista, nos colocamos en posición, Estrella Galicia en mano, para no perdernos detalle de una noche con sorpresas anunciadas. El inicio de esta gira con Radiografías deslumbrando a propios y extraños, jugando en casa y en una de las salas míticas, había sembrado a Pasajero de unas locas ganas de cuadrar el círculo musical y para ello habían preparado un show de los que no se pueden olvidar. Nuestros corrillos previos delataban ansiedad por corroborar las buenas palabras relacionadas con este proyecto, tanto que incluso a los que ya los conocemos en directo nos impedía definir exactamente lo que hacen... Yo solo acerté a decir algo como ¿Pasajero? pues Pasajero hacen ROCK.
Horario casi puntual, unos codazos en primera fila y ya tenemos a los cuatro pasajeros al mando del avión Solar. La primera toma de contacto con Pasajero siempre es impactante, aunque no sea tu primera vez, lo que es pausa sostenida, llama flotante y sosegada... se dispara a velocidades vertiginosas en un intervalo de dos minutos, lo que tardan sus canciones en rodar por la pista de vuelo, calentar motores, coger velocidad y empezar a despegar.
Allí teníamos a Daniel con su bajo catapultando nuestros cuerpos hacia adelante, marcando el ritmo de sus temas punzantes y acompañando los compases con esa voz desgarradora, de cuchillo entre los dientes, de lo tomas o lo dejas, de ahora o nunca, que siempre brilla con luz propia en los directos de la banda. 
Cada cosa en su lugar, dando a elegir medios tiempos que desembocan en gritos rompedores, guitarras atronadoras (Josechu), atmósferas cargadas de tensión (Eduardo), latidos en forma de baterías (Eduardo) desordenademente agresivas... y todas las radiografías desvelan que mañana está tan lejos que es necesario volverse a preguntar la vida, salir del pozo e incluso aprender a perdonarse. La contundencia de Pasajero se multiplica en un directo que siempre va a más, que golpea con intensidad, tal intensidad que cuando llegas al tercer round, sientes que eres el campeón de los pesos pesados y que vuelas hacia un nuevo título mundial. La lona está a mil años luz, este combate lo vas a ganar, estás con los buenos, con los valientes, los que pierden el equilibrio.
Las sopresas de la noche son dos buenos amigos: Manolo Havalina, productor y practicamente Pasajero oficioso, que luce Fender para cargar de ruido el escenario de una sala Sol entregada. También pudimos disfrutar de Álex Ferreira, dueño y señor de la mejor predisposicón a colaborar con este vuelo.
 
Y por aquí asoma Accidentes. Mi canción, mi rato de no estar. Esta canción me impone, me impresiona, me calma y me altera, pero sobre todo me hace sentir. Sentir que la música siempre está, que siempre me acompaña y que además se atreve a darme fuerzas. Impresionante, un instante gigante.
Hermos alcanzado los veinte mil pies de altura, las turbulencias se aclaran, la velocidad de crucero nos deja pasmados y a cada tema, la potencia de los cuatro sube y sube. Por allí también pasó Gelo Nutopia para ir llegando a un aterrizaje casi de emergencia, a vida a muerte con un Borro mi nombre, esa canción que imprime carácter, que destroza la definición de rock por completo. Un golpe en el pecho, perdemos la respiración, aplaudimos con caras asombradas y rebañamos el plato. Daniel se marca una canción casi desnuda a la guitarra y vamos a conversar con nuestro ser interno. Autoconversación es siempre el broche, la danza de la lluvia, la tribu desbocada alrededor del fuego para celebrar y dar gracias a los todo poderosos Pasajero.
Estamos vivos, hemos cedido toda nuestra cuerda, saldamos nuestras deudas y nos calamos bajo la lluvia de la emoción. Esta es la canción que crece, que se alimenta de energía y acaba siempre estallando en una tormenta de percusión desenfrenada. En esta ocasión, cuatro bombos pilotados por cuatro amigos pasajeros que nos escupen a la cara una buena tunda de lo demás no importa mientras los globos inundan la sala Sol y los cuatro Pasajeros limpian sus caras de incredulidad con manos temblorosas, las manos de hacerlo bien, las manos con callos vitales que percuten este corazón salvaje llamado Pasajero.

 Fin.
Pasajero Toe [.] 


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