Julio de la Rosa y Cyan. Vibraciones solares.
El miércoles y el jueves fui a ver dos conciertos en la sala El Sol.
Dos conciertos en el mismo lugar, dos conciertos que no pudieron ser más diferentes pero que sin embargo convergen en la palabra vibración.
Julio de la Rosa y Cyan. Un veterano all-star que se ha marcado unos pequeños trastornos con toda la importancia que dan diez temas circularmente perfectos y unos chicos que nos dejan boquiabiertos con su segundo álbum, lleno de energía y sin lapsos. No sé valorar las ganas que tenía de ver los dos directos. Por una parte el disco de la Rosa me ha acompañado de cerca las últimas semanas y por otra parte, Delapso lleva cerrándome heridas desde hace dos meses. Afortunadamente, tuve el claro objetivo de disfrutar ambos y la fortuna de poder hacerlo. Te cuento.
Las vibraciones del bendito látigo by Julio de la Rosa.
La llegada del Nick Cave jerezano a Madrid era tan esperada como deseada y la verdad no pudo dejar mejor sabor de boca. Elegantemente atabiado, el canalla de la Rosa saltaba al escenario para ir incorporando nota a nota, canción a canción, a la banda que le cubriría la espalda durante todo el tiroteo. Con una intensidad y voz desgarrada que te absorve desde el principio, Julio repasaba sus manuales de rabia y desamor paseando el látigo sanador de canciones que imprimen fuerza y crujen tu interior. Con un set muy apropiado y custodiado por invitados de lujo como Josephine Boat Beam o Miren Tulsa brilló especialmente en los temas de su último largo que nos llevaron de la mano de coros atormentados, tierras yermas, saltos de gigantes, joyas feroces... y golpes de muñeca que hacen vibrar ese bendito látigo capaz de taponar la sangre o desbordar las emociones más básicas. Le doy un 12 y medio de nota. Mi momento: La fiera dentro.
Cyan se han hecho un hueco a base del boca a boca y de un directo cargado de energía. El momento idoneo se marcaba el pasado jueves. Con Delapso luciendo inmejorables críticas (para mí es un disco sin fisuras y lleno de fuerza) se plantaban en el escenario dispuestos a hacer resonar las cavidades más internas del alborotado público presente. Con su set bien pertrechado alrededor de Delapso, se pasaron una hora y media de sudor, guitarras intensas, teclados fantasmas, letras marcadas a fuego y sobre todo un poder de arrastre que en directo tiene su habitat natural. Bailarinas rusas que en quinta posición enfilan la hoguera sin remedio en su desesperado ballet mental que les arrastra a mil trescientos metros de altura con el raro propósito de medir el metraje de su coraje. Un golpe directo, una vibración de alto voltaje y un himno que enseña emblema de buena suerte a través de las heridas que solo cierran cuando ves que tu pequeño y minúsculo estado de gracia necesita ser alimentado. Un 11 y medio de nota. Mi momento: Solo es una herida.
Toe
[vibrando]
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