Cooper, cirujanos Pop.

COOPER. El Sol (Madrid) 1.2.13

El Sol nos puso en bandeja la oportunidad de ver de nuevo a Cooper en Madrid. Dentro de esos "Dichosos 90's" , Don Alejandro y compañía trajeron su directo quirúrgico y energético a la capital.
En mi cuarta experiencia cooperiana, mis ganas de disfrutar de ese pop de guitarras juguetonas pero fuertes, con el ramalazo sixty perfectamente ejecutado, estaban más que justificadas. Más aun después de un tiempo sin tenerlos por aquí y con la insistencia fanática de mi querido amigo Gillespie, el auténtico culpable de que Cooper ocupe un lugar destacado en mi discoteca emocional.
Bien, con la sala Sol repleta, saltaron a escena sonrisa en mano y dispuestos a todo. No dejaron lugar a las dudas, Un nudo en la garganta y La edad de la inocencia sin decir casi ni hola. Mi "apuesta inocente" con Gillespie perdida y ahí estaba yo coreando la letra de las dos como si las hubiera escrito yo mismo. Dos de mis canciones favoritas para destapar el tarro de las esencias. Ahora sí, saludaron y se quitaron las chaquetas porque esto iba a toda velocidad, como un vagón de montaña rusa en caída desenfrenada por los raíles de las sensaciones Pop. 
Algo que siempre queda claro en sus conciertos es que Cooper juega en otra liga, son profesionales, son cirujanos que operan con los ojos cerrados. Saben donde abrir el corazón y como conseguir que todo tu ser se reviva al compás de un "vamos a pasarlo bien".
Seguimos disfrutando de su Universo, ese último disco impecable que es la referencia más cercana de Cooper pero sin olvidar el leit motive del ciclo de conciertos, mientras nos regala algunos Flechazos pop.
Con un Hyde Park soleado y lleno de chicas guapas a modo de estribillo pegajoso, nos pusieron a saltar y sonreír al recordar que siempre hay tiempos mejores. 
Más energía, más sacudidas, más terremotos emocionales... y las canciones que no pararon en absoluto, ni una sola lenta que nos diese tiempo a coger aliento. Cooper es muy aficionado a las perversiones, como las llamo yo, versiones que se convierten en algo chispeante cuando el grupo en cuestión es capaz de llevarlas a su propio terreno y visión. New life de Depeche Mode y una genialidad de los Brincos, Tú me dijiste adiós (que nos dedicó a todos los modernos), nos dejaron una vez más con la boca abierta, degustando esas especias que siempre dan un punto de sabor extra y que a pesar de los usos en el tiempo, son totalmente sabrosas.
Un Cierra los ojos preciosista nos acompañó de la mano hacia el final del concierto, donde todavía quedó algún Flechazo "perdido" que siguió con la inercia eléctrica de todo el concierto. Bises, aplausos y todas las caras sonrientes, como el bueno de Jesús Ordovás reflejaba con sus dedicadas canciones Diario Pop y Mi diario. Estábamos contentos, eufóricos más bien, la intervención había sido un éxito, el paciente estaba vivo y coleando, con una salud envidiable y renovada gracias a los doctores Cooper, esos cirujanos pop que usan melodías como bisturís afilados y reparadores, y letras que cosen heridas para que no se vuelvan a abrir.
Un rato de Ordovás a los platos pinchando clásicos de los sesenta pusieron ritmo a nuestros pies sonrientes. Esos pies que nos llevaron cerca del bueno de Don Alejandro para robarle un gran saludo con un GRACIAS enorme.
Gillespie y yo creo que resoplamos como nunca antes ya que las palabras para definir este grandísimo concierto se nos quedaban, una vez más, cortas. ¡Qué viva el Pop! y que nos siga haciendo vivir momentos tan geniales en este carroussel de emociones raras que es la vida.

Toe.
a Gillespie, el mejor amigo.

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