Y lo que te rondaré morena

Me voy a permitir una reflexión en letra alta sobre el estado actual de la música. No preocuparse, no va a ser ni sesuda ni extremadamente larga.

¿Qué clase de momento vive la música actualmente? Difícil pregunta a realizar en el principio de 2018 teniendo en cuenta que la barrera del "indie" ha caído, se ha desistengrado, y ha abrazado a la armada del "mainstream". En un 2018 donde la nueva edición de Operación Triunfo (no olvidarse que ya incluyen operación en el nombre, vamos que de natural no tiene nada) triunfa entre los tuiteros más resabidos y "trendies" y los 40 principales han sorbido cual Dementor lo más asequible de la escena "alternativa", nos encontramos la gran mayoría de personas que sencillamente nos gusta la música.  Claro, al fin y al cabo, si quitamos las capas anquilosadas de negocio, redes sociales, putas etiquetas y modas nos encontramos que en 2018 todavía hay músicos que quieren hacer música para gente que quiere escuchar música.

Desde ya hace unos años se han establecido, a mi parecer, dos grandes estrategias para ser músico en este país: el camino corto y el camino largo. No hace falta explicar que el primero será el considerado más fácil y el segundo, el más difícil. Realmente no voy a entrar en la moralidad inherente en uno y en otro, no valoraré si uno es mejor y otro es peor. Cada cual es libre, afortunadamente, de tomar la opción que considere mejor.
Todos tenemos claro que los músicos por definición quieren llevar y enseñar sus creaciones al mayor número de personas. También tenemos claro que los músicos por definición quieren ser músicos de profesión, invertir toda su energía en ello.

Como degustador de música tengo una opinión, y una edad, formada a base de conocer, investigar y sentir la música y la carrera de muchos artistas. Palabras como suerte, contactos, manager,  festivales, promoción... son las que primero suelen aparecer en casi cualquier conversación sobre este tema. Quizás yo nunca lo he visto así, para mí la palabra que siempre debe aparecer, brotar, crecer... es talento. Debemos buscarlo, subirlo a la superficie, hacérselo conocer a otros y sobre todo, sentirlo. Espantar todas las infecciones, todas las modas impuestas, despejar la mente y dejarse sentir. Esto debería ser el ejercicio más obligatorio en cualquier persona que le guste la música, sea cual sea su sector, mundo, galaxia, moda... da igual todo, no importa nada... si no te dejas sentir por la música y su talento.

Para terminar están las comillas. Las comillas que esconden etiquetas. Las etiquetas que encasillan y venden. Las etiquetas que vienen, se imponen y se quedan. 
No quiero etiquetas, no quiero comillas, no quiero imposturas, no quiero artificial. 
Quiero talento, quiero sentido, quiero sentimiento, quiero actitud, quiero autenticidad.
¿Dónde lo encuentras? Fácil: atrévete, bucea, compra entradas, compra discos, ve a las salas. 
Verás que estoy en lo cierto, que en realidad está delante de ti esperando.


Toe


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